lunes, 9 de septiembre de 2013

CAP 14

El río – primera parte

A ese rudo inglés de mitad de siglo 19, algunas noches, lo podía ver desecho, contraído, como a cualquier otro humano. No era amor lo que sentía, sino un  sentimiento de perdida lo que lo destruía. Willam lloraba en silencio. Los días pasaban, y su esperanza de reconquistar a la mujer que dejo esperando se diluía.
Mientras, en mi tarea de ilustrador, lograba acercarme más a Clisa. Las últimas 5 noches consecutivas habían sido de intenso trabajo. Me sacaban del pozo por las noches, me vestían, dibujaba, y las hojas terminadas eran arrancadas de mi cuaderno. Al devolverme a mi prisión lograba traspasar un breve recuerdo de lo que había sucedido. Así, cada noche al descender al pozo, veía a ese otro prisionero, extraño. Ahí estaba, atado, casi desvalido. Su mirada, aunque débil, era penetrante. A lo largo de esa semana note como cobraba nuevo vigor, como sus heridas sanaban, y como su actitud al observarme se tornaba persuasiva.
Con el correr de las noches, también, William se volvía más violento, impaciente. Esperábamos el momento para hacer nuestra jugada, tomar el bote y escapar. Pero eso nunca sucedería, las cosas se precipitaron abruptamente de un momento a otro y tuvimos que improvisar.
Fue en una noche de lluvia intensa como no había visto nunca hasta entonces. Recientemente en la ciudad donde vivo, La Plata, tuve la misma experiencia; el día después de la lluvia todo estaba revuelto, el agua se llevo y trajo cosas que jamás hubiésemos imaginado.
Esa noche, en la isla, la lluvia fue muy similar. Afuera los nativos se movilizaban rápidamente, los gritos eran de auxilio y ordenes, había mucho movimiento, y parecía que nadie se acordaría de nosotros. La lluvia aumentaba y ya poco se escuchaba el sonido de personas arriba. Con Willam gritamos desesperados, e intentamos lo que no habíamos hecho hasta entonces para escapar, nada funcionaba. Unos segundos antes de la catástrofe aparece él, nuestro pequeño guardia cárcel, nos quita la tapa que nos mantenía encerrados y huye (llevaba consigo mi mochila y mis cosas). Sin embrago no podíamos llegar a la superficie por lo profundo del pozo. El río Paraná desbordo, imagine que estábamos cerca de la costa por lo rápido que fluia el agua. Una ola salvaje se metió en nuestra celda subterránea. Mientras subía el nivel y la desesperación dentro del pozo, “subía”, también, la posibilidad de escapar. El agua se metía rápidamente, traía consigo ramas y barro. La lluvia intensa hacia lo suyo, nos impedía ver hacia arriba en la medida que el nivel del agua nos levantaba.
- Now, we jump and go for the boat
William trepo primero, tenia mejores habilidades. Pensé que me dejaría allí y huiría, pero no. Calculo que necesitaba de mi para dar con los mapas que le había robado antes de que nos atraparan. Una vez arriba fuimos libres, no vimos nada ni nadie alrededor, solo destrucción y caos avanzando hacia nosotros, la fuerza del agua arrancaba árboles y movía piedras. Debíamos huir con urgencia, trepar a lo alto de un árbol no nos aseguraba sobrevivir. Fue ahí cuando me di cuenta, cuando vi una pequeña cabeza intentando respirar junto a un árbol (era Él ), ese otro prisionero misterioso. No podía dejarlo morir ahí, al fin y al cabo no me había hecho nada.
- there is no time!!
“Anda por el bote, y te alcanzamos”, le dije, entre señas y mi inglés muy básico.
Camine hasta el árbol como pude, en medio del camino la fuerza de la corriente me voltio varias veces, cuando llegue ya casi era tarde.
No podía desatarlo, llevaba cadena y candado, y la velocidad del agua era muy fuerte. La fuerza de una ola gigante termino por arrancar el árbol, y recién ahí pudimos escapar, pasando su cadena por debajo de las raíces. Estábamos a unos 20 metros de Willam y el bote, y el río se ponía salvaje.
Le señale la dirección en la que el bote estaba, pero este extraño personaje hablaba mejor el castellano de lo que yo suponía. Antes de tomar en otra dirección me dijo:

-         Nos vemos pibe, yo estoy acá por otra cosa.

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