lunes, 17 de junio de 2013

CAP. 10

– Parte de un secreto

Hoy me levante, hace bastante frío en esta época en La Plata. Hace poco logre vender algunos dibujos y entre otras cosas compre el vidrio de la puerta del fondo de mi casa, la que da al patio. Estaba roto desde la vez aquella en que entraron a robarme y, entre otras cosas, se llevaron lo poco que tenia. Prepare el mate y organice algo de unas clases y talleres que doy en la semana. También con algo de ese dinero le compre a mi amigo Juan una estufa, que instale yo mismo, hace una semana, mientras tenia un episodio de fiebre que me dejo en cama unos días. Acá estoy, viviendo mi vida. Mientras suena música puedo escuchar entre tema y tema el sonido del agua hervir en la cocina. Siempre me pasa, siempre me olvido. No les voy a mentir, no lo hice hasta ahora, no veo porque hacerlo con esta parte de la historia; vivo bastante tranquilo en esta ciudad. Lo que gano con mis dibujos y como docente me permiten hacer de mi vida lo que quiero, que es, casualmente, eso mismo. Bastante de lo que se me da la gana, y un poco de responsabilidades que me regulan y me movilizan, de no tenerlas, de seguro muchas veces ni me levantaría de la cama.
Cuando tenia entre 9 y 10 años sufrí una terrible decepción con la realidad, recuerdo como hacia lo imposible para no ir a la escuela, no levantarme, no hacer nada. Mi mama estaba muy preocupada pensando que algo más grave me había pasado, recuerdo su cara llorando en una reunión con la que entonces era mi maestra, y también alguna que otra visita al medico. Aunque por entonces ya no era normal que me enfermase, sí lo fueron los primero años de mi vida. Tenia largos episodios de problemas respiratorios, entre las horas que no dormía y las visitas al medico mi papa me regalo unas primeras historietas, que luego fueron mis primeros dibujos. Encontré, sin saberlo, un refugio en donde podía hacer lo que quisiera, y era tan valido y real como mi malestar. Es más fácil ahora poder entender mi desilusión en ese momento, y porque comencé a dibujar en adelante.
De todas formas, este lugar fue solo mío durante muchísimo tiempo. Pero, volvamos, no a la isla, sino a La Plata, a donde me encuentro hoy. Mientras tomaba mate sentí ese malestar en el estomago otra vez. En el año 2007 fui operado, era una sorpresa para los médicos como alguien de 23 años podía tener tan tempranamente cálculos en la vesícula. Para mi no lo era, pero, bueno, era parte de un secreto. Me operaron entonces, y me sacaron la vesícula. Mi estadía en la isla me ocasiono un desorden alimenticio que aun me afecta; si tomo mucho mate, por ejemplo, entre otras cosas.
Hoy recordé cuando empezó todo esto, fue luego de la nube de flechas que nos atacó por sorpresa ese mediodía de Enero, a William, al León y a mi. Habíamos logrado sobrevivir casi ilesos tapándonos debajo de los árboles. El León no tuvo tanta suerte y fue alcanzado por una de las flechas, además ya poseía un disparo de Willam en una de sus piernas. Herido huyo selva adentro. Detrás de él se aproximaban a nosotros el sonido de unos 100 hombres. Pensé en correr en dirección a donde había escondido el mapa.
Willam tiro el fusil y puso sus manos en la cabeza, desde entonces íbamos a ser rehenes.