lunes, 22 de abril de 2013

CAP. 7

7- Camino al amanecer

Rosas limitó la navegación de los ríos Uruguay y Paraná, buscando no perder los negocios y eliminar la competencia del litoral. Es por eso que invadió Uruguay, para obligar a que el dinero del comercio y la importación de la región pasaran por Buenos Aires.
Willam había llegado, tiempo antes, para hacer un relevamiento de la zona. Estuvo de espía durante algunos años, desde donde mantuvo contacto, no solo con sus generales y superiores, sino también con su amada, mediante correspondencia. Parece que este periplo al que sometió su vida llevaba bastante tiempo.
Este golpe ambicioso de Rosas hizo que Francia e Inglaterra (entonces las dos potencias más poderosas del mundo) se levantaran en armas y bloquearan el puerto de Buenos Aires. Buscando comercializar sus productos avanzaron por el río Paraná. William debía encontrarse con ellos, y advertir de la estrategia armada que lleva “el restaurador” y su humilde frente de batalla. Pero aquí estamos. Un León y yo somos el impedimento para que este ingles de mitad de siglo 19 se reencuentre con su destino, y su amor. Pero falta bastante para saber de este desenlace.
Esa noche, mientras William dormía, me escape. No se si fue la perturbación de no saber quien de los dos estaba corrido del tiempo, de estar perdidos, de ser asechados por un León, o de la rivalidad que culturalmente teníamos. Un dato interesante: al año siguiente de la batalla de la Vuelta de Obligado murió Bernandino Rivadavia, quien autorizó pedir un préstamo a la Baring Brothers de Inglaterra, iniciando un extraño, oportunista, desparejo, eterno, y dañino vínculo con este país. En ese momento, incluso para William, nuestra rivalidad estaba comenzando.
Tome coraje suficiente, con mi rodilla aun sin sanar, y camine en dirección al Puente Brazo Largo.
Camino al amanecer, al menos, para aproximarme un poco. Si había cruzado el canal Irigoyen, esta debería ser una de las islas que suben por el Paraná. Pensé también que de ser de noche (pero cerca de la puesta del sol), la oscuridad me ayudaría a no ser divisado por el León. Antes de irme robe uno de sus mapas, por dos razones: una de ellas era para dar con información conveniente para poder salir de este extraño lugar. La otra fue más patriótica, para impedir que William llegue a cumplir su misión, ya que tal vez proporcionaría ventaja para el bando europeo. Habiendo visto y leído infinidad de cosas acerca de ciencia ficción, entiendo perfectamente que la historia no se puede modificar, pero las mañas tampoco. Tome uno de los planos y salí. En mitad del camino recordé aquellos imponentes monolitos de piedra que cruce antes de dar con el León. ¿Qué eran?, ¿a quienes pertenecían?. Un poco más adelante encontré algunos más. Pero… ¿Qué esconde de misterioso esta isla?.
Me despedí de William con la esperanza, sinceramente, de no verlo más. Estaba muy equivocado.

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